Thursday, February 24, 2011

Sobre la “cultura de ser varón”

Empezando el 2011 he leído dos noticias que me han impactado por que han significado el asesinato de dos jóvenes a manos de otros dos jóvenes sin mayores motivos. Jóvenes que empezaban sus carreras universitarias, y ahora, en vez de cuatro profesionales tenemos cuatro vidas perdidas: las dos que ya se fueron y las dos que quedaron en las cárceles de Bogotá (sitio donde si logran sobrevivir se van a deformar antes que reformar). Lo triste de la historia es que estas muertes se hubieran podido evitar si los colombianos nos tuviéramos esa cultura violenta “de hay que ser varón” y “uno no se la puede dejar montar de nadie”.

El primer asesinato ocurrió cerca del Cantón Norte (Bogotá) cuando dos jóvenes, al parecer peleando por una ex novia, se empezaron a golpear y en la pelea uno acuchillo al otro. El otro enfrentamiento ocurrió en el barrio Mazuren (Bogotá), está vez por un cigarrillo, también en esta pelea una arma blanca causó una herida mortal. Resultado total: dos muertos, dos presos y cuatro familias destruidas.

Estas son apenas dos muertes que se dan por la “cultura de ser varón”, pero seguro en 2011 ha habido muchas más, y si se nos dificulta contar los muertos más difícil va a ser saber cuántos han sido los heridos.

¿Cuántos muertos y heridos más nos faltaran por esta cultura?, ¿Cuántos más por este concepto erróneo de ser varón? En Colombia este concepto cada vez se asemeja más a la estupidez, a la patanería y hasta al extremo de la hamponería. En este país el varón es frentero, es decir, dice las cosas en la cara sin valorar lo que el otro piense o sienta. El varón no le “come a nada o a nadie”, por lo tanto, no mide las consecuencias de sus actos y expone su físico sin importar que tan significante sea el motivo. El varón no se deja quitar su “hembra” sin dar la pelea. El varón usa la fuerza (la cabeza la tiene para dar cabezazos) y prefiere usar los nudillos a los argumentos.

Desafortunadamente algunos de estos varones, también son prevenidos y antes de salir a tomar se guardan su navaja “para no dejársela montar de nadie”. Desafortunadamente los otros también son varones y confrontan al que tiene la navaja porque no le “comen a nada”. Desafortunadamente ahora tenemos los muertos y las tragedias.

Leyendo sobre estos casos recuerdo una lección que me enseño mi viejo, una lección muy pragmática (no de varón) que me he sacado en más de un apuro: “Mijito siempre es mejor que digan ahí corrió, que ahí quedó”. Si los padres de estos cuatro jóvenes les hubieran inculcado este tipo de lecciones en algunos años estarían yendo a sus graduaciones, en vez de estar en el presente visitando una cárcel o un cementerio.

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