Wednesday, February 15, 2012

Sobre el golf, las rachas de mala suerte y los ciclos de la vida

Decir que juego golf sería mentir, es más preciso decir que en ocasiones salgo a un campo a intentar darle a una pelota. Disfruto salir e intentar jugarlo, pero más que todo disfruto que el golf me ha dado dos lecciones: las rachas de mala suerte no existen y lo que parece que va bien puede resultar mal y viceversa.

Soy lo que se llama un jugador esporádico, disfruto del aire libre, caminar por el campo y conversar con un amigo bebiendo unos tragos de whiskey. Para los puristas esto no es jugar al golf, para los apáticos es mejor quedarse tomando en un bar. Yo me tomo el whiskey, pero no me tomo el golf en serio, y tampoco juego con aquellos que lo hacen. Sin embargo, el golf me he ensañando un par de lecciones que las tomo con toda seriedad.

La primera lección me ayudo a entender algo que mi viejo ya me había enseñado hace algunos años: las rachas de mala suerte no existen. Según él, la persona no tuvo la capacidad de aislar un problema, y este problema se convierte en otro problema y posteriormente en otro más grande. Esto lo entendí mejor jugando al golf, cuando hago un mal golpe, quiero de inmediato volverle a dar, y luego ya no tengo un mal golpe sino dos, luego quiero volverle a dar, doy un tercer mal golpe, y bueno ya todo es un desastre (no culpen el whiskey que relaja el cuerpo y en sus justas proporciones funciona como doping).

Cuando esto me pasó entendí el mensaje de mi viejo, en la vida pasa algo similar, por ejemplo tenemos una pelea con la pareja, llevamos este problema al trabajo y luego tenemos una pelea en el trabajo, salimos con frustración y rabia, y mientras pensamos en las consecuencias de las peleas no estamos atentos al manejar y ahí viene la estrellada. Para los de corta capacidad de análisis esto es una racha de mala suerte, pero no es más que incapacidad de aislar un problema.

Lo segundo que me ha enseñado el golf son lecciones de humildad y de dignidad. El juego del golf como la vida va por ciclos. Uno puede llegar a jugar un muy buen golf y pensar que así será en adelante, pero luego llega el mal día y uno da un retroceso que ya no se esperaba dar. De la misma manera, hay momentos en la vida que uno siente que lo tiene todo, y ahí viene el mal golpe: el ascenso no llega, la novia se va o/y el viaje se cancela.

También uno puede tener un mal día de juego y pensar que todo está mal, pero luego con un solo golpe, y ver la pelota dirigirse donde uno había mirado, uno vuelve a sonreír. Igual pasa en la vida cuando uno siente que poco está pasando, de repente en una fiesta uno conoce a una mujer simpática, se reencuentra con un buen amigo o sale un viaje inesperado. Una vez más la vida vuelve a dar una alegría. Así, a sabiendas que la vida y el golf son ciclos uno los tiene que asumir con la misma actitud, con mucha dignidad en la adversidad y con mucha humildad en la victoria.

3 comments:

  1. Me gusta como describe el juego, pues eso es ser golfista. Yo lo jugué desde muy pequeña y pasé por todas las etapas: proyecto de profesional, fanática resabiada, trásfuga desencantada, partner divertida que apuesta una suma ínfima cada fin de semana con tal de salir al campo y experimentar la sordera que me deja la bola que se eleva después de que la golpeó. Recobro la audición una vez la bola cae, mal o bien, pica para un lado o para el otro. Hace rato no juego y extraño la dinámica del golfista de vez en cuando, aunque las lecciones ya fueron aprendidas e incorporadas desde hace tiempo: el sobrado se va al agua, el humilde también.

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