Tuesday, May 8, 2012

Sobre lo que aprendí en mi viaje a Egipto

Poco me gusta cuando la gente habla o escribe de sus viajes. Siempre me queda el sabor que es más lo que se ufanan que lo que informan. Por lo general las reseñas y comentarios de los viajes están marcados por lugares comunes: “No te imaginas el lugar”, “Es un país de contrastes”, “Es la playa más linda”, “El agua es transparente, y la arena blanca”. Acá quiero hablar de mi reciente viaje a Egipto e informarlos de los cuatro aspectos e historias que más me gustaron (mi texto no será ajeno a ufanarme, pero haré todo lo posible por evitar lugares comunes).

 1- Las pirámides y la esfinge: ir a Egipto y no ver esto es un sin sentido. Es lo mismo que llevar a un sordo a un concierto, o tomarse una cerveza sin alcohol. Las pirámides fueron construidas hace cinco mil años. Esto es una eternidad. En un mundo en el que abundaban los bárbaros (en 2012 todavía quedan bastantes), que una civilización haya construido algo tan imponente es de admirar. Estar ahí viendo y tocando uno de los grandes símbolos de la humanidad, es una sensación que paga con creces el tiquete a Egipto. Su obra es tan imponente que a los humanos les tomó cuatro mil años realizar una construcción más grande.

2- Rosseta Stone: mi ignorancia me hizo pensar ahí mismo en el software que enseña lenguajes. Luego aprendí que esta piedra descubierta en 1799 que estaba tallada en tres idiomas (Jeroglífico egipcio, griego antiguo y escritura demótica), permitió a los arqueólogos entender los jeroglíficos egipcios. Sentí algo parecido cuando descubrí que David Copperfield el original es un clásico de Charles Dickens y no el gran mago de los últimos años. (Travel is the only thing you buy that makes you richer).

3- Muhammad Ali: No es el carismático boxeador de los 60s y 70s. No me refiero a aquel que se rehusó a ir a la guerra contra Vietnam, argumentando que el Viet Cong nunca la había hecho nada malo a los negros. El primer Ali, era un albino que había sido mandado por el imperio Otomán a que representara los intereses del imperio en Cairo. Pero este Alí tenía un plan más ambicioso: no ser un segundón. Como buen ajedrecista empezó a mover sus piezas con paciencia y constancia. El jaque mate llegó cuando hizo una gran festín, invitando a los otros encargados de las grandes ciudades egipcias, y al final los terminó asesinando. De esta manera se quedó con todo el poder. (You never know how the party is going to end).

4- Premio Nóbel de Química: Egipto cuenta con cuatro premios Nóbel, dos de paz (tengo foto con uno de ellos), uno de literatura y uno de química. Esto no deja de ser admirable en un país con 40% de analfabetismo (Colombia con un promedio de lectura de un libro al año no está lejos de estos niveles). Me pareció curioso que haya un premio Nóbel en ciencias, ya que nuestros países tercer mundistas sólo aspiramos al de paz y al de literatura. Indague más sobre el Nóbel químico, Ahmed Zewail, y descubrí que tiene un proyecto muy lindo y ambicioso, con una inversión de diez mil millones de dólares, busca que en diez años Egipto se convierta en uno de los veinte países con mayor desarrollo del conocimiento tecnológico.

Maravilla del mundo, premios Nobeles, piedras arqueológicas, conspiraciones políticas, son los ingredientes que hicieron que mi paseo fuera una gran experiencia. Acá si me quiero ufanar y utilizar un lugar común: A veces en la vida uno sólo necesita un buen paseo, para tomar una bocanada de oxigeno y poder seguir adelante.

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