Wednesday, February 6, 2013

Sobre la Revolución de la Mujer


Con unos amigos, empezamos a hablar de historias de los abuelos, y más de un abuelo desconocía el concepto de la “fidelidad” y el adjetivo “abstemio”. Muchos no sólo lo desconocían, se enorgullecían de tener la capacidad económica de mantener otro techo. Tener una amante era un indicador de bienestar y status. En 2013 ninguna mujer se aguantaría ni el 1% de lo que las abuelas se tuvieron que aguantar. Ahora, no se puede tomar sin ganarse un regaño (Guayabo con lora una combinación funesta) y/o una amenaza determinante “sólo quiero que sepas que esto no me lo voy a aguantar”. La mujer moderna es como la política de Bush hacia los terroristas: tolerancia cero.

Todos los cambios tienen un componente económico que lo explica. El patriarcado se acabó cuando la mujer dejó de ser dependiente de recibir el mercado, del pago del recibo de la luz o la hipoteca. Ahora, la independencia económica que ha alcanzado la mujer, le permite agarrar sus maletas e irse, o mejor, empacar las maletas de su marido (o hacérselas empacar) y dejárselas afuera. Son mujeres pragmáticas lo que no les sirve lo desechan.

En términos menos coloquiales y más científicos, lo que ha venido ocurriendo en las últimas décadas es una revolución. El científico social Norberto Bobbio lo describe muy bien en su libro El Futuro de la Democracia, él dice algo así: “La revolución más importante del siglo XXI, no fueron las revoluciones bolcheviques sino la revolución de la mujer, que logró transformar de manera radical la forma como la mujer se relaciona con la sociedad. Todo esto sin usar una sola arma”. En esa definición está la grandeza de la mujer. Poder transformar el mundo sin tener que usar la violencia, y lograr esta revolución paso a paso (esto no quiere decir que haya sido fácil, ni mucho menos), es algo que hasta el hombre más retrogrado tiene que reconocer y respetar.
Así como Ortega Gasset dijo “yo soy yo y las circunstancias”, esta revolución se logró en un contexto económico donde los servicios, y la producción manufacturera y agrícola son cada vez más tecnológicos. Es decir, antes la economía se movía más por el músculo que por el cerebro. Acá, el hombre tenía una ventaja sobre la mujer, que se tradujo en dominación. En las últimas décadas el cerebro (economía de servicios) se valoriza, mientras que el musculo se desvaloriza. Por esto la mujer ha alcanzado un bienestar económico y en consecuencia sus niveles de tolerancia hacia los hombres han disminuido.
Señores y señoras (o señoras y señores) que ahora hayan más divorcios, no tiene que ver con que antes las parejas se tuvieran más amor, o que antes la sociedad con su influencia religiosa viera con malos ojos los divorcios. Tiene que ver que ahora no dependen, y al no depender, no tienen por qué aguantar. Y eso está bien. El problema es que también se está llegando a algunos casos extremos donde aun cuando el marido no tiene faltas graves, las mujeres simplemente tienen menos paciencia y a veces optan por dejar su hogar sin hacer los esfuerzos para mantenerlo.
A los señores, les doy una recomendación si van a salir a tomar el viernes, cerciórense de ofrecer programa a su señora el sábado, es decir, un discurso en estas líneas “te parece si vamos a comer y a donde tus primas el sábado” cuando ellas digan que sí, paso a seguir dicen “te molesta que me tome un par de tragos el viernes con mis amigos”, siempre cederán. Esta es la única forma que en vez de guayabo con regaño, haya guayabo mitigado con cariño. La anticipación es una de las pocas herramientas que nos quedan.
Si le quieren poner a esta táctica algo de estrategia, les recomiendo esta premisa de Sun Tzu “Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, no necesitas temer al resultado (…). Si te conoces a ti mismo pero no conoces a tu enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota. Si no te conoces ni a ti mismo ni a tu enemigo, sucumbirás en cada batalla”. El otro complemento es leer a Bukowski en su libro Woman, acá la lección es que el hombre siempre debe mostrarse fuerte y seguro. Ahora, no alcanza con tener buen timing y dejar de ser (Borracho y mujeriego), hay que ser trabajador y tenerse confianza (algunas también exigen creatividad) de lo contrario el fracaso está garantizado. Sin duda, nuestros abuelos se divertían más y se esforzaban menos.


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