En
cine de la Av. Chile, una mujer blanca, que llegó tarde a la película, de
manera agresiva levantó del piso unos paquetes de una mujer de piel muy oscura,
y con un movimiento brusco se los arrojó encima de sus piernas. Parecía ofendida
que alguien que consideraba inferior le estuviera obstaculizando su camino. Este
acto racista me recordó otro en Washignton DC, en CVS una mujer blanca, que
estaba adelante mío, le arrojó el dinero sobre el counter a la cajera que era negra, su mensaje era claro: evitar el contacto.
Ella se sintió tan mal que preguntó con amargura si me había dado cuenta.
En
este tipo de detalles es que uno ve racismo en los EE.UU (me refiero en
especial a la costa este): en lo tácito. En esos actos sutiles que sus
instituciones progresistas (Léase: Afirmative
Action), su sistema educativo que hace mucho énfasis en el respeto a la
diversidad, y sus medios de comunicación, que están muy pendientes de condenar
cualquier declaración o manifestación racista, no pueden intervenir. Ahora,
decir que los gringos son los más racistas, como dicen muchos europeos (sin
sonrojarse) es un sinsentido. Emular ruidos de simios o tirar cascaras de
bananos para burlarse de un deportista negro en EE.UU es inconcebible. En Europa
esto es un acto que se repite sistemáticamente (Junior, el gran futbolista
brasileño de los 80s fue víctima de estos ruidos por los hinchas de su mismo
equipo el Torino. Freddy Rincón cuando llegó al Real Madrid en 1995 fue recibido
con: “Negro, vuelve a la selva”, “te vamos a matar”). Pero si Europa es racista
en Colombia somos horribles. Solo un ejemplo, que muestra que somos de lo peor,
el “Tino” Asprilla hace un par de meses hizo un RT en su cuenta de Twitter, donde
un tipo se refería a él como “aborto de simio”.
Pero
volvamos a ese racismo tácito, que se ve especialmente en la costa este, puesto
que el racismo en el sur de EE.UU es poco tácito (a tal punto que en Texas no
se celebra el feriado de Martin Luther King, o en Mississippi el 46% de los
Republicanos opinan que el matrimonio interracial debería ser ilegal -encuesta
de 2011-). En fiestas en Washington DC los negros cuando ya están de salida, piden
el favor a un amigo blanco (o no negro) que les pare el taxi para poder irse. Los
taxis a ellos no les paran, lo irónico es que en muchas ocasiones los taxistas también
son negros. (Le pregunté a un par de taxistas y me dijeron que la razón es que nunca dejan propina, y en muchas ocasiones no
pagan la totalidad de la carrera). Lo cierto es que los negros no la tienen
nada fácil en cuanto al transporte público en Washington, en Georgetown en los
70s los residentes blancos se pusieron de acuerdo para que no hubiera parada de
metro, y así evitar que los negros frecuentaran su barrio.
Pero el
racismo no sólo se da en la movilidad, tal vez donde es más marcado es en el
campo laboral. Hace poco vi en un
documental llamado “Freakonomiks” (basado en el libro) donde realizaron el
siguiente experimento: en las ciudades de Chicago y Boston enviaron 5000 hojas
de vida que eran exactamente iguales y solo se diferenciaban en los nombres: la
mitad con nombres de blancos (Mike, Bryan, Bill) y la otra mitad con nombres de
negros (Tyrone, Shaneeka, Shamar), el resultado fue que los nombres que se asocian con los
negros tenían 33% menos probabilidades de ser llamados.
Ahora,
pensar que el racismo solo se es para los negros, y que para los latinos no
queda nada es un error. Puede que un latino mas europeizado ni se entera de que
hay racismo en EE.UU, pero miremos el caso del escritor Junot Diaz, mestizo de origen dominicano y quien vive en Boston,
en su libro This how you loose her
manifiesta como es víctima de racismo: niños blancos en bicicleta le tiran
botellas, personas blancas que en los semáforos de la nada le gritan groserías.
En el mismo
libro una de sus historias se enfoca en donde puede que haya el mayor racismo
sutil: en la compra de una casa. No hay nada que asuste mas a un barrio de
blancos que una familia negra o una familia mestiza vayan a ser sus nuevo
vecinos. Temen que estas personas de piel oscura, desvaloricen su mayor activo.
Aunque no conozco estudios de esto, sospechosamente las ofertas que hacen los black o los brown por la casas en un gran porcentaje terminan siendo rechazadas.
En lo que
si hay más evidencias de este racismo sutil, es de una demanda que le pusieron
a Toyota en Los Angeles por racismo. El concesionario estaba cobrando tasas de
interés más altas a los latinos que a los blancos. Unos abogados pudieron
demostrar que a pesar de tener perfiles de riesgo financieros muy similares,
las tasas de interés para los latinos eran más desfavorables. (Toyota y los
demandantes conciliaron).
Ahora, para
ser un país tan multiétnico, resulta increíble que el racismo en las ciudades más
importantes no sea más visible. Hasta hace 50 años, en algunos Estados del sur,
los negros no se podían sentar en la parte delantera de los buses (tradición
que acabó Rosa Parks en 1955, cuando se sentó en la sección de blancos en un
bus en Montgomery, Alabama). Desde 2008 tiene un presidente que es mitad negro,
que su padre es de Kenia, y que se llama Barack Hussein. Seguro que la señora
del CVS no votó por él, tampoco mucho de los estados del sur y mucho menos los
republicanos de Mississippi, pero Obama jamás habría sido presidente sin los
votos de muchos blancos, y sobre todo sin la financiación de ellos. Ahí, hubo
un apoyo real y tangible a un hombre negro, muchos blancos creyeron en la
visión y el liderazgo de un hombre de color. Ahora, que haya sido una gran
decepción y el político más sobrevalorado de las últimas décadas, esa es otra
historia.
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LA ULTIMA:
Nunca he sentido que tenga una connotación negativa referirse a una persona
negra, como negro. Me parece que en nuestro contexto negro/negra en muchas
ocasiones es una forma cariñosa de referirse a un amigo o a la pareja. Nunca
entendí por qué en EE.UU les dicen African
Americans, hasta que un amigo me explicó que mientras a los inmigrantes
blancos los llamaba Italian Americans
o Irish Americans a los negros solos
les decían blacks. Era una forma
excluyente de llamarlos, al darles el nombre de African Americans, se les incluye, se les reconoce como ciudadanos.
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