Thursday, June 26, 2014

Sobre siete lecciones de la primera ronda



Suficiente se ha hablado del fútbol que acaba de pasar. Basta ya de memes sobre la mordida de Suárez, de compartir el link de los bailes de Colombia. Suficiente de las notas mediocres de los periodistas que ocupan los noticieros, donde abunda la harina y se ausentan las neuronas. Suficiente de Guerrero y Marocco, periodistas que nunca debieron dejar la provincia, que incitan a la mediocridad, y que se ganan la vida repitiendo lugares comunes, y perogrulladas “quien meta el primer gol tiene más posibilidades de ganar” o “ambos equipos tienen chances de victoria”. Acá quiero compartir siete conclusiones de la primera ronda que se pueden extrapolar a otros aspectos de la vida, estás lecciones ya son conocidas, el valor está en ver como estas dos semanas de Mundial las ratifican y les siguen dando vigencia.   

1. El primer paso es mental. Sampaoli al enterarse que jugaba contra España y Holanda dijo: “jugamos contra el campeón del mundo y el subcampeón, pero vamos a pasar de primeros”, el equipo chileno pasó de segundo pero clasificó en un grupo durísimo, y no pasó en junio, pasó en diciembre con la mentalidad de su director técnico. Esto me recuerda un perfil que hizo Héctor Abad sobre Vargas Llosa al ganarse el premio Nobel, en él decía “para ser genio, primero hay que creerse genio”.

2. A los medios les interesa más vender una noticia interesante que divulgar una verídica. Una periodista de AP, con la que estudié en EE.UU, me dijo “The first thing you do in journalism is keep the story interesting”, e ideal que esto vaya de la mano de la veracidad, pero si no..….  Fue lo mismo que hicieron varios medios al ver el llanto de Serey Die (léase berreada) durante el himno de Costa de Marfil. Era mucho más fácil divulgar que el llanto era por el fallecimiento de su padre hace dos horas, que la verdad “aburrida” y menos interesante que lloraba de emoción al oír el himno de su país. En esto se equivocaron referentes del periodismo deportivo como: L'Equipe, Gazzetta Sport, Daily Mail, The Telegraph y O Globo. Los medios venden noticias, y como todo vendedor en ocasiones se alejan de la verdad para que un producto opaco pueda brillar.

3. Querer al jefe aumenta la productividad. Pasar del papelón de la eliminación a poner en jaque al súper favorito Brasil y avanzar a la segunda ronda, tiene un nombre: “Piojo” Herrera. Hace ochos meses dos goles de EE.UU a Panamá en los últimos minutos salvaron a México de la humillación. La Federación Mexicana desesperada le dio la dirección técnica al “Piojo” Herrera, y éste con la misma materia prima pasó del fracaso a la clasificación a octavos con un equipo equilibrado y sólido. Bruno Marioni, quien jugó muchos años en la Liga Mexicana, atribuyó el éxito de México al carisma de Herrera, pues según él “todos los jugadores lo quieren”. Esto es clave, tanto en el fútbol como en cualquier otra profesión, si el empleado quiere al jefe le da resultados, pues los éxitos son gracias a las personas que dan lo máximo de sí mismos. Bien lo dijo Asprilla “uno necesita un técnico por el que uno se haga matar en la cancha”.

4. El que no innova, el que no se adapta está destinado a fracasar. El presidente de General Motors confesó en una entrevista (en la Revista Portafolio) que siempre le regala a sus vicepresidentes el libro “solo los paranoicos sobreviven”, un libro que cuenta sobre la filosofía de negocios de Intel. A del Bosque le hubiera servido el libro. Una España lenta y predecible se fue muy rápido del Mundial a pesar de tener a un genio como Iniesta. Vicente del Bosque la tenía muy difícil, es duro cambiar en la victoria, es igual que detectar una enfermedad que no manifiesta síntomas. Tal vez con un poco de paranoia, del Bosque se habría dado cuenta que desde la Eurocopa, a pesar del campeonato, el equipo venía con falencias. Le faltó renovación, dejó por fuera a Isco, Lloretente y Negredo. No adaptó alternativas de ataque en su sistema de juego. La eliminación del campeón del mundo me recuerda una frase que le atribuyen a Darwin “quien sobrevive no es el más fuerte, ni el más inteligente sino quien mejor se adapta al cambio”.

5. No importa lo que se es, sino lo que se quiere y se puede ser. En un libro de Bukowski de “Woman”, en una pelea, se tiene la siguiente discusión: “You don’t understand. I’m going to be great. I have more potential than you have!’ ‘Potential,’ I said, ‘doesn’t mean a thing. You’ve got to do it. Almost every baby in a crib has more potential than I have”. La frase es cierta, muchas de las personas mediocres mueren teniendo potencial. Sin embargo, Pekerman pasó de ser taxista a dirigir dos mundiales, donde tiene el record de 8 partidos consecutivos (5 con Argentina y 3 con Colombia) sin perder (sólo superado por un técnico que tiene 9, y a Pekerman le queda al menos un partido más). Él nunca se visualizó como taxista, era un trabajo transitorio para ser lo que en verdad siempre fue: un gran director técnico.

6. Colombia es un país de alcohólicos. Lo preocupante es que muchos ven esta enfermedad como una virtud. Se hacen chistes flojos “es mejor ser borracho conocido que alcohólico anónimo”. Existe la cultura de es más hombre quien “tumba” al otro, es decir, quien tiene la capacidad de ingerir más y más alcohol sin parar. La cultura de un país que toma sin comer “no se me dañan los tragos”. Parece increíble que para evitar desmanes, riñas y muertes, se tomen medidas drásticas como la ley seca, y en muchos sitios toque de queda. La explicación es simple: el aguardiente ha matado más gente que las FARC. Sólo en Bogotá, mucha gente estaba furiosa por la ley seca de Petro, pues había frustración que no se podía empezar a tomar un jueves a las 11am. Esto lo tiene muy claro Enrique Peñalosa a quien le preguntaron sobre los problemas del país y dijo “Los padres toman mucho y consienten muy poco a sus hijos”.

7. Solo se conoce la felicidad, si primero se desciende al infierno. Muchos pueden alegrarse, subirse al bus de la victoria, salir a la calle echar harina, y tener una disculpa más para emborracharse y estar con los seres queridos. Otros pueden ir a Brasil tomarse fotos y disfrutar de las victorias. Yo también me alegro con los triunfos de Nairo Quintana, y me alegré con las victorias de Montoya, pero es un sentimiento efímero, que a las pocas horas se olvida. La verdadera felicidad la sentimos los que siempre estuvimos ahí. Los que sufrimos con el 0-9 en Londrina (El equipo Telecom), los que esperábamos una victoria ante Perú para ir a nuestro cuarto mundial consecutivo, y sufrimos el gol del “Ñol” Solano. Los que pensamos que después del fracaso de Maturana (uno de doce), podríamos ir a Alemania 2006, para que luego una tripleta de Zalayeta nos dejara otros cuatro años sin Mundial. Los que vimos en la Copa América de Venezuela en 2007 un recambio generacional, para en el debut caer goleados 0-5 ante Paraguay, y luego ilusionados por el siguiente partido, volvimos a caer goleados contra Argentina 2-4. Los esperanzados que Lara, después del desastre de Pinto, nos podía encaminar a Sudáfrica 2010, para una vez más caer derrotados en el Centenario. Los días eran grises, uno no se hallaba, solo se esperaba que el tiempo se llevará el malestar. No se leía un periódico o se veía ningún noticiero. En la memoria quedaban esos goles sufridos, y cada vez que se recordaban la amargura resurgía. 

La Selección Colombia era una novia mala, de esas que uno quiere a pesar que solo responden con desilusiones. Por más que uno quisiera alejarse de ella no se podía. Como un enfermo uno siempre tenía la ilusión que la felicidad estaría cerca. Se le defendía de los críticos y los desilusionados. Porque el amor es incondicional, no es una transacción donde se intercambian buenos momentos (tu me haces feliz, yo te hago feliz). Por eso, ahora miro las dos semanas que acaban de pasar y no paro de sonreír. Por eso grito los goles con toda la fuerza, porque los tuve atragantados por muchos años. No es una felicidad eufórica, es una felicidad que no me la creo, que a veces dudo si es realidad o imaginación. Cada vez que recuerdo que es realidad la seguridad de Ospina, los goles de James, la forma de encarar de Cuadrado, la valentía de Yepes, la hombría de Sánchez y los bailes de Armero me dan ganas de llorar, porque la verdadera felicidad la determinan las lágrimas, y solo puedo decir GRACIAS.

 
 

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