Thursday, June 5, 2014

Sobre la Selección Colombia en Brasil 2014



Ser colombiano es un acto de fe escribió Jorge Luis Borges (en un breve cuento titulado Ulrica). La frase es buenísima por lo etérea, porque lo abarca todo y nada. Es el tipo de frases que se burla de la gente, pues se le da y le da vueltas sin llegar a ningún lado (o volviendo al mismo). Como este es un blog sobre las expectativas que se tienen de Colombia en el Mundial yo diré algo sin mística ni estética: ser colombiano es un acto de olvido.

Colombia no ha jugado el primer partido contra Grecia y ya los hinchas están preocupados por el cruce de octavos de final contra Italia, Inglaterra o Uruguay. Es decir, ya se da por sentado que Colombia pasará la fase de grupos, cuando la historia nos dice que sólo hemos pasado una vez en cuatro presentaciones mundialistas. Además, lo hicimos como mejores terceros (en Italia 90 cuando a octavos pasaban 16 de 24 equipos). Colombia nunca ha terminado en los primeros dos puestos de su grupo en su historia mundialista, y ya muchos están dando esto como un hecho. 

El otro error es decir que se enfrenta un grupo “accesible” como eufemismo de lo que en el Mundial de EE.UU de 1994 se calificaba como un grupo “fácil”.  Pues hay que recordar que de los cuatro, Colombia es el único equipo que sus jugadores no tienen experiencia mundialista. Esto lo resaltó Fernando Santos, DT de Grecia “Es un error considerar a Colombia los favoritos del grupos y menospreciar a los demás. Es un equipo que lleva mucho tiempo sin jugar un Mundial”. 

En perspectiva en el grupo C se juega contra un Japón campeón de la última edición de la Copa de Asía, con la mentalidad que sólo sirve ganar y con un espíritu colectivo que es acorde a su cultura, con individualidades desequilibrantes como Honda y Kagawa. También se enfrentan a Costa de Marfil de Yaya Toure, uno de los mejores volantes del mundo, quien juega en la selección con la mejor nomina de África (Léase Drogba, Gervinho, Kolo Toure). El plato de entrada es contra Grecia, una de las defensa más recias de Europa, y un equipo fuerte en pelota quieta, de esos que clasificaron ganando muchos partidos por 1 a 0  (Una especie de Atlético Madrid a nivel de selección). El grupo C no es fácil, ni accesible, es complicadísimo y muy equilibrado. Los cuatro equipos creen que lo pueden ganar. El grupo es tan difícil que ex mundialistas y referentes del fútbol colombiano como el “Tino” Asprilla y el “Pibe” Valderrama han declarado: “la clave está en no perder el primer partido”.

Lo otro que hace parte de la cultura futbolística es sobredimensionar a nuestros jugadores. El hincha piensa que tiene una generación de oro, y al ver los goles que hacen los colombianos en el exterior, se cree imposible que un equipo salga campeón sin tener a un colombiano. Pero la verdad, así sea dolorosa, es que la Champions, el verdadero termómetro de qué tipo de jugadores tiene un país, no tuvo desde los cuartos de final a un solo jugador colombiano, ni siquiera en un rol secundario. A esto hay que sumarla la ausencia de Falcao, el mayor referente mundial.

Afortunadamente es Pekerman quien dirige y no las expectativas de los hinchas. Pekerman ya dirigió un mundial (Argentina en 2006), y sabe, como por lo general lo saben los técnicos argentinos, que el fútbol se juega partido a partido (El conocido paso a paso del “Mostaza” Merlo).  Sabe con que jugadores cuenta, y tiene una idea clara de la potencialidad de los jugadores que tiene y que puede sacar de ellos. Sabe que quiere un equipo dinámico y por eso no llevó a Macnelly Torres (De los 23 el único error fue llevar a Alex Mejía un jugador que grita mucho y juega poco). 

Pekerman se toma el Mundial con seriedad y ha concentrado a los jugadores con varias semanas de anticipación. Qué diferencia con el Mundial de 1994 donde algunos futbolistas vieron en el Mundial una oportunidad para vacacionar en EE.UU con sus familias. Además, Pekerman sabe que es prioritario estudiar a profundidad a los rivales, a diferencia de Maturana en el Mundial de 1994. Cuenta el periodista Esteban Jaramillo, que él le ofreció a Maturana unos videos de como jugaba Rumania, a lo que él respondió “Ándate a cagar”, y paso a seguir, le explicó al periodista que en la forma y en el nivel de Colombia no se necesitaba estudiar al rival, (perdimos en el debut 3 a 1). Tambien hay que destacar que en este mundial Pekerman no va a tener la presión de los mafiosos que hubo en el 94, cuando amenazaron al cuerpo técnico y los jugadores si ponían a “Barrabas” Gómez.

Pekerman sabe que bajo los hombros de Cuadrado y James está la generación del fútbol ofensivo de Colombia. Sabe que arriba entre Bacca o  Jackson tiene delanteros que la puede empujar, a pesar de no ser tan infalibles como Falcao. Sabe que Teo se crece cuando juega con la tricolor, y que en Ibarbo y Ramos tiene alternativas en ataque. Sabe que Quintero es el arma secreta de este equipo. Sabe que Colombia tiene como hacer daño. A la sumatoria de lo anterior, el argentino transmite mentalidad ganadora y amor a la camiseta. Lo que se traduce en que siempre se debe ser protagonistas. Lejos estamos de esos mundiales donde Bolillo decía “venimos a aprender” o que al enterarse del grupo de Colombia en Francia 98 dijo “lo normal es que pasen Rumania e Inglaterra”. El mismo Bolillo, que sin sonrojarse, aceptó defender un 0-2 en un Italia-Ecuador (Mundial de 2002). Pekerman va a salir a ganar cada uno de los partidos que juegue, y lo va hacer con tenencia de pelota, fiel al estilo de la Selección. 

Ahora, Pekerman también sabe que el dolor de cabeza está en la defensa y los volantes de marca. Acá hay una paradoja, Colombia fue el equipo de la eliminatoria que menos goles recibió en contra, pero existe la sensación que la defensa es muy vulnerable. El sentimiento de vulnerabilidad se agudiza con la ausencia de E. Valencia, quien equivale al Busquets en el Barcelona o a Xabi Alonso en Real Madrid. Valencia es el equilibrio, ese jugador táctico que todo lo hace bien: le cubre la espalda a los laterales, se mete entre los centrales cuando el rival empieza a central. Sin E. Valencia Colombia sufre un bajón. La esperanza está en que Pekerman le pueda transmitir a Carlos Sanchez este rol en el campo de juego.

Fue en la ausencia de este volante de marca que nuestros centrales (Yepes y Amaranto) se han visto mal en los partidos, bueno esto y que ya con los años han perdido velocidad y capacidad de reacción. Por arriba y en el choque siguen siendo buenos, pero cuando el rival  tiene espacio les cuesta mucho. Amaranto ya no está, lo que le da lugar a Valdés, un central más joven con mayor capacidad de reacción y con una salida limpia (es muy claro en el “primer pase”). Todo indica que la dupla será Yepes-Valdés.  

Con esto pareciera resuelto la dupla de centrales pero queda la otra jaqueca: los laterales. Los titulares indiscutidos de la eliminatoria fueron Zúñiga y Armero, el primero tuvo una lesión que lo dejo afuera de la cancha por nueve meses y cuando retornó jugó muy pocos minutos, el segundo tuvo una temporada irregular, fue titular por 3 partidos consecutivos por el West Ham United, pero terminó sentado. Quien está en mejor nivel es Arias que se consolidó como titular en el PSV Endhoiven y siempre respondió con la selección. Sin embargo, Pekerman es de los que se la juega por la continuidad a los jugadores, por más que Arias pueda estar mejos, va a poner a los dos de siempre.

El esquema sería un 4-2-3-1, con este once: Ospina; Zúñiga, Valdés, Yepes, Armero; Sanchez, Aguilar; Teo, James, Cuadrado; Bacca. Lo que haría, que requiere coordinación, pero que puede romper las referencias en marca de los rivales es rotar a Teo, James y Cuadrado. Los tres tienen la capacidad de jugar por el centro y por ambos francos. De sus piernas saldrán las asistencias de gol, ahora sólo queda rezar que el “9” esté enchufado.

A lo mejor con este esquema y de la mano y de la inteligencia de Pekerman, tenemos grandes posibilidades de hacer historia. Los hinchas deben saber que con pasar a la segunda ronda, la Selección habrá cumplido, pues habría hecho el mejor mundial en su historia. Pero tengamos fe, quien quita que podamos hacer más, por qué no soñar con meternos entre los ocho mejores, y por qué no ilusionarnos con llegar a semifinales. Un equipo debutante ya lo hizo (Bulgaria en 1994) y otro se metió entre los cuatro mejores luego de 48 años de ausencia (Turquía en 2002). Este será el quinto intento de Colombia, tal vez sea este EL MUNDIAL. A lo mejor Borges tenía razón, ser colombiano es un acto de fe. 
 

PD: Acá el link con el cuento de Borges http://www.escribirte.com.ar/destacados/3/borges/textos/70/ulrica.htm

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