Por lo general las
campañas electorales consisten en dos alternativas: continuidad o cambio. Pero
estas elecciones oscilan entre el desencanto, las alianzas inesperadas y la lucha por qué candidato y qué campaña
está más sucia. El debate se ha limitado a cuál de los dos candidatos mas
opcionados tiene menos ética. Se manipulan los hechos y se debate con las
vísceras. Aburrido de esto quiero escribir sobre ciertos conceptos que van más
allá de los 12 millones de dólares de la mafia que se “embolataron” en las
manos de JJ Rendón (asesor de Santos), o más allá de un Hacker de ultra
derecha, que por lo que dice en su Twitter parece más un desadaptado que un
verdadero peligro para la estabilidad del país o el proceso de paz.
La
Política es dinámica:
Eufemismo que usan los candidatos para justificar alianzas pragmáticas, acomodándolas
a la ideología que dicen defender. El último ejemplo: la alianza de Petro con
Santos, disimulada bajo la alianza de Progresistas con el Partido Liberal. Como
bien reflexiona el periodista Federico Arango: Si Petro, está con Santos, por
transición está con Vargas Lleras, y si está con Vargas Lleras está con los
contratistas de la basura. Por transición Petro está con la supuesta mafia de la
contratación que tanto combatió. Este sistema parece una comedia, pero en este
caso son los actores quienes se ríen de los espectadores.
Decencia: En el país del sagrado corazón
donde se confunde lo simple, se considera decente una persona con genes
europeos y más si es nieto de un ex presidente. Pero la decencia no tiene que
ver con el ADN, tiene que ver con las acciones y con los aliados. La columna de
Maria Teresa Ronderos nos habla de los socios de German Vargas, acá la mejor
parte: “Cambio Radical tiene el penoso récord del mayor número de congresistas
condenados por complicidad con el paramilitarismo: 15, frente a, por ejemplo,
siete del liberalismo, un partido mucho más numeroso. Sobre los hombros de
parapolíticos como Javier Cáceres y Rubén Darío Quintero, Édgar Ulises Torres y
otros gigantes, crecieron el partido y el poder de Vargas Lleras”.
(http://www.elespectador.com/opinion/formula-del-curry-bogotano-columna-477787)
(http://www.elespectador.com/opinion/formula-del-curry-bogotano-columna-477787)
Momentum: Un concepto anglo que se refiere al momento en que
todos los medios de comunicación, y por ende la opinión pública están poniendo
toda su atención a un candidato presidencial. Por ejemplo, después que Peñalosa
fuera elegido en la pre-consulta con casi tres millones de votos su candidatura
tenía momentum. Pero este momentum no es algo estático. Una vez se
tiene hay que cuidarlo, hay que alimentarlo, y esto se hace a través de noticas
y más noticias. En su momento de mayor momemtum
Peñalosa tenía una oportunidad única de continuar con momentum al anunciar su formula vicepresidencial, y qué hizo:
eligió a una persona que con dificultad la conocen en una asamblea de
propietarios, y así perdió el activo más apreciado que se tiene en una campaña
política.
Segundón: Oscar Iván Zuluaga parece una
fotocopia mal hecha de Uribe, y de por sí una fotocopia bien hecha ya tiene
muchos defectos. Bien lo dijo Daniel Samper O. si Santos es el
presidente-candidato, Zuluaga es la marioneta-candidato. No me gusta la idea de
tener un presidente que tiene jefe. Por más que una importante parte del
electorado quiera a Uribe, como siempre queda demostrado en las urnas, esto no
quiere decir que ese aprecio sea transitorio hacia un segundón. Si hay alguna
duda de como se ve un segundón esta serie gráfica que compiló Carlos Cortés en
la Silla Vacía lo deja todo claro: http://lasillavacia.com/elblogueo/blog/proposito-de-ano-nuevo-para-oscar-ivan-zuluaga-salir-del-segundo-plano-46376.
Enredado: Cómo más se puede describir la
situación de Peñalosa, la gente de centro y de izquierda lo señalan de ser el
candidato secreto de Uribe, y estos van a votar o por Clara López o por Santos.
La gente de derecha dice que Peñalosa se escribe con “P” de Petro, y estos van
a votar por Oscar Iván Zuluaga o Martha Lucia Ramírez. Es decir, Peñalosa se
queda con los calificativos y sin los votos. Su técnica avestruz de no salir a
enfrentar estos calificativos lo están poniendo, una vez más, por fuera de la
carrera electoral.
Mermelada: La expresión se crea en el
gobierno de Santos, pero la práctica viene de tiempo atrás. Es la que utilizó
Samper para apoyar a Serpa en las elecciones de 1998, es la que utilizó Uribe
en la reelección de 2006, y es la que no pudo utilizar Pastrana en 2002 porque
no tenía candidato. Lo que pasa con Santos es que sus niveles de popularidad
son bajísimos y es tan poco simpático y locuaz, que la mermelada es su mejor
arma electoral, por eso es más evidente en esta campaña.
La
mermelada es la utilización de una parte de los recursos públicos, para
favorecer aliados políticos o empresarios cercanos a esos aliados políticos, a
cambio que estos aliados políticos tengan unas finanzas robustas para poder
mover (muchas veces literalmente) el electorado (no necesariamente comprar los
votos directamente) para apoyar al candidato-presidente.
Alcahuetas: Clara López fue la Secretaria de
Gobierno de uno de los gobiernos más corruptos de la historia reciente: Samuel
Moreno Rojas. Eso no quiere decir que ella sea corrupta, pero la actitud del
Polo y de su candidata hacia la corrupción de Samuel Moreno ha sido muy tibia,
rayando en la alcahuetería. Sabemos que a los hermanos Moreno Rojas los
expulsaron del partido, pero en los comentarios de los dirigentes del Polo,
dicen algo así “acá hay una persecución
hacia el Polo pues en Colombia los partidos tradicionales llevan robando mucho
años, pero nosotros por ser un partido alternativo el estamento y los medios magnifican
el escándalo”. Que en el pasado se haya obrado mal de ninguna manera es
disculpa para que en el presente los dirigentes de izquierda lleguen al poder
para robar.
Santismo: Según Angélica Lozano, elegida representante
a Cámara por Bogotá, el Santismo no existe lo que hay son personas vinculadas a
la nomina de Santos. Aunque es algo extrema la afirmación, es difícil
encontrarse con Santistas. Uribistas hay en todas las familias, y los Petristas
si se buscan se encuentran, pero Santistas no se ven. Santos ha sido un líder
tibio, no está ni con los gremios ni con los sindicatos, no está con las
multinacionales ni con los ambientalistas. Los del Polo consideran su gobierno
un Uribe con maquillaje, y los de derecha no lo bajan de traidor y de estar
entregando el país a las Farc. (Su único aliado es el Partido Liberal, que él
logró unificar). Además, sus bandazos no le ayudan, toma una decisión en el
desayuno, la ratifica al almuerzo y antes de dormir anuncia por Twitter que
cambió de parecer. Hace unos años calificó a Uribe de ser el mejor presidente
de la historia, pocos años después afirmó que Uribe le ha hecho mucho daño al
país. Hace una semanas no le otorgaba las medidas cautelares a Petro y por lo
tanto era destituido, y después formalizó una alianza con su partido. Un día celebra
el interés de Six Senses de invertir
en un hotel en el Parque Tayrona, y a las horas enfatiza “en mi gobierno no se
construirá ningún hotel en el Parque Tayrona”. Es tan volátil que para
defenderse dijo “solo los idiotas no cambian”. Cierto, pero lo de Santos no son
cambios internos, son cambios hechos por un presidente que no lidera la opinión
pública, por el contrario la opinión pública lo lidera a él. Difícil que haya
Santismo con liderazgo tibio y mensajes ambiguos.
Los
“istas”: Ser un “ista”
es perder la capacidad de pensar por sí mismo, es repetir sin pensar, sin
cuestionar. Es ver en el candidato de los afectos las virtudes con lupa y los
defectos con miopía (esto a la inversa cuando se evalúa al candidato opositor).
A un Uribista si le preguntan sobre la desinstitucionalidad o las violaciones
de Derechos Humanos en los gobiernos de Uribe responde “El país estaba muy
jodido. Le tocaba. No tenía otra opción, Colombia no es Suiza”. Un petrista
sobre sus actuaciones improvisadas diría “Hay que dejarlo gobernar, es que la
mafias que Petro ataca le hacen la vida imposible y mueven muchos recursos para
revocarlo y no dejarlo trabajar”.
Decepción: La actitud complaciente de Mockus
con la mermelada de Santos, el lituano que siempre rechazó en la política el
“todo vale”, y que, en 2010 se cansó de repetir “los recursos públicos son
sagrados” se muestra aliado del gobierno de Santos. Hasta el punto de declarar
que Santos lo ha hecho mejor de lo que él lo hubiera podido hacer. Como bien lo
dijo Aurelio Suarez “De la que nos salvamos”. Lo más triste de estas
elecciones.
Mi
Voto: Por Peñalosa.
Votaré porque lo acompañan personas como Claudia López, Jorge Iván Ospina, John
Sudarsky y Samuel Kalmanovitz. Votaré porque tiene una visión que se basa en la
planeación urbana como oferente de calidad de vida. Votaré por que tiene un
concepto de la paz que va más allá del éxito o fracaso de las negociaciones en
la Habana. Votaré por él sin entusiasmo (como al parecer el maneja la campaña),
pero lo haré creyendo que es la mejor opción, al menos yo le compro la idea que
en un futuro es posible vivir en un país sin mermelada.
La
Reflexión: “La primera
obligación de un gobernante es la de mantener engañados a sus gobernados. El
día en que la gente pierda definitivamente la esperanza de mejorar, se lanza a
la revolución”. La frase está en “El
Delfín” un libro de ficción, pero su aplicación es perfecta para las elecciones
de mayo. Si las clases dominantes no se organizan, y no se apresuran en vender
una ilusión al electorado, en algunos años podrían venirse cambios drásticos.
Sólo hay que recordar el desencanto con los políticos tradicionales que existía
en las elecciones presidenciales de Venezuela en 1998.
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