Aquello que no genera alegrías
termina generando antipatía e indiferencia: esto es lo que pasa con la
política. Es un mundo tan oscuro que lo natural es mirar para otro lado, y
refugiarse en otros temas. Por esto es tan importante la existencia de esos
políticos virtuosos que generan esperanza. Ese aire fresco que se respira en la
fetidez. Esos políticos eran Gustavo Petro y Antanas Mockus. Pero sus
declaraciones y actuaciones en los últimos años, me han recordado que uno solo se
puede decepcionar con lo que alguna vez se ilusionó.
Fue idea de Petro que Mockus se lanzara
a la alcaldía de Bogotá. Según dice Petro, él caminaba por el Sumapaz
(localidad rural de Bogotá) al cruzarse en el camino con un campesino, Petro le
preguntó por quién iba a votar a la alcaldía, a lo que le respondió por el
“loco” de Mockus. En ese entonces Antanas no era ni candidato ni político, pero
acababa de bajarse los pantalones en un auditorio de la Universidad Nacional.
Ese gesto puso la luz en ese excéntrico lituano. Ese gesto hizo que la gente se
interesara por Mockus, que escuchara sus propuestas, que vieran a un apolítico
(outsider) que se mostraba honesto
antes una Bogotá caída, engrisada y poco querida (Muy parecida al estado
actual). Su carisma, su particular nombre, su trayectoria académica y su
creatividad lo llevaron a la alcaldía (con una campaña de bajísimo presupuesto).
Mockus se convirtió en uno de los mejores
alcaldes de Bogotá. En un país tan confundido, corrupto y violento, la
plataforma política de Mockus se ha basado en dos conceptos básicos: La vida es
sagrada, y las finanzas públicas son sagradas. Un país o una ciudad sin
violencia y sin corrupción. Mockus logró bajar de manera sorprendente la tasa
de homicidios en Bogotá y dejó unas finanzas públicas tan sólidas, que en su
época Bogotá tenia calificación de riesgo AAA (lo que indica la mejor solvencia
posible en las finanzas). Mockus ilusionaba a sus seguidores con aumentar la
escala de su legado a toda Colombia.
Pero Colombia no estaba preparada
para elegir a Mockus. En este país es imposible ser presidente sin maquinaria
política. Mockus fracasó en sus tres intentos. En su tercer y último intento
estuvo cerca en las encuestas pero lejos en las urnas. En ese entonces Mockus y
Petro compartieron ser candidatos a la presidencia. Petro venía de ser uno de
los mejores congresistas. Con valentía denunció grandes escándalos de
corrupción, violaciones de derechos humanos, y vínculos de políticos con
paramilitares. Cuando muchos veían con beneplácito a los paramilitares, Petro
con visión y pantalones era la voz de la conciencia de un país que oscilaba
entre la torpeza y la miopía. Durante los diálogos de Ralito, los líderes paramilitares
encabezados por Mancuso fueron a hablar al congreso, al final de sus
intervención casi la totalidad de los congresistas se pusieron de pie a
aplaudirlos, un exabrupto que pocos fueron capaces en ese momento de criticar,
uno de ellos fue Petro quien dijo “Este era el paso que le faltaba a Colombia
para caer al abismo”. Por su postura firme ante los paramilitares Petro sacó la
segunda votación más alta en la costa en las elecciones presidenciales de 2010.
A Petro un sector la aplaudía por
sus denuncias, pero otro lo criticaba recordándole su pasado en el M-19, y por
supuesto la toma del Palacio de Justicia. Lo que muchos no saben y prefieren
olvidar es que Petro dentro de la estructura de la guerrilla del M-19 era un
mando medio, tirando a mando bajo, un alias “Don Nadie”. (En el libro de Laura
Restrepo “Historia de un Entusiasmo” que trata sobre el M-19 y el proceso de
paz, a Petro no lo menciona ni en un pie de página). Petro tampoco participó en
la toma del Palacio de Justicia pues se encontraba en la cárcel (lo capturaron
en Zipaquirá en octubre de 1985, la toma del Palacio de Justicia fue un mes después
-6 de noviembre-).
A Petro se le debe criticar por su presente
como alcalde no por su pasado guerrillero. En su administración no ha podido
conformar un equipo y por eso su pobre ejecución y resultados. La única
igualdad que ha logrado es que la inseguridad y el desorden no discriminan
barrio en Bogotá. Transmilenio está más caído que el precio del petróleo. La percepción
es que acá todo el mundo hace lo que se da la gana, y por eso, el más fuerte
siempre gana, lo que va en contravía de su slogan “Bogotá humana”. Es una
ciudad sin rumbo, y el alcalde usa frases demagógicas, siempre culpando a todas
las mafias de sus desaciertos (La mafia del Concejo, la mafia de la
contratación, la mafia de los medios de comunicación). Sin autocritica y sin
equipo la ciudad se derrumba, pero el alcalde por twitter habla de temas nacionales
(el último exigiendo que Campo Rubiales vuelva a Ecopetrol). Petro cree que su tarea
principal es ser generador de opinión y no alcalde de Bogotá. Pasó de ser uno
de los mejores congresistas de las últimas décadas a un alcalde mediocre,
pendenciero y desconectado. Petro es mi primera gran decepción (Rescato que
haya eliminado el contraflujo de la 7ma, dándole igual de importancia a los
habitantes del sur que del norte).
Las decepciones por lo general
vienen acompañadas, y ahí está Mockus con sus declaraciones a favor de Santos
que se han transformado en contratos generosos para su Corporación Visionarios.
Todo empezó mal cuando dijo “Santos ha sido mucho mejor presidente de lo que yo
habría sido”. Desde la primera ronda lo apoyó a sabiendas de como Santos se
pavonea de estadista en Bogotá y se una en la provincia con políticos que
tienen, por lo menos, medio pie en la criminalidad (Ejemplo Kiko el ex
gobernador de La Guajira). A sabiendas que aumentó el gasto público a favor de
contratos para sus aliados, que a la vez se convirtieron en los votos que lo
eligieron. Según datos The Economist de
enero a mayo en 2013 las finanzas públicas mostraban un superávit de $3.8
billones, y en el mismo periodo de 2014 un déficit de $4.9 billones de pesos,
esta diferencia de $8.7 billones se explica con un sustantivo: mermelada.
La mermelada es una expresión que se
originó en la reforma a la regalías, y tenía una connotación positiva: la
mermelada se debe esparcir en toda la tostada, es decir, los recursos de
las regalías deberían llegar a todos los municipios. Sin embargo, en un
gobierno clientelista (como lo han sido también todos los anteriores) esta
mermelada logró esparcirse y enlodar a Mockus.
La política en Colombia siempre ha olido mal, pero sin políticos de la talla de lo que fueron Petro y Mockus el olor apesta.
La política en Colombia siempre ha olido mal, pero sin políticos de la talla de lo que fueron Petro y Mockus el olor apesta.
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