“Pensaba para hablar. Antes de verme
con ella me acordaba de varios temas que creía la podían entretener. Si la notaba
distante, ahí mismo hacia algo para emocionarla y ponerla feliz. Me molestaba que
otras personas la hicieran reír. Antes de vernos estaba pendiente de como me miraba,
y cuando se veía fría e indiferente sentía dolor. Me cambiaba los planes a su antojo,
y cuando más la esperaba era el día que no llegaba. Solo podía pensar en ella.
Estaba perdiendo mi tranquilidad…… Hasta que un día decidí ir al urólogo a que
buscara mi par de huevas”.
Después de oír a mi amigo decir
esto, ver una serie de películas y leer algunos libros, creo que llegó el momento de escribir
sobre ese tipo de mujeres. Me refiero a aquellas que nos hacen creer que para conquistarlas
necesitamos cambiar y esforzarnos más. Ese tipo de mujeres que nos muestran que
estamos cerca de la meta, y que cada vez que pensamos que la traspasamos nos
hacen zancadilla. Aquellas que cuando desistimos de correr, nos buscan (a veces
con desespero), para que sigamos participando.
En los distintos ámbitos que tiene
la vida, en este tipo de mujeres dubitativas, la relación esfuerzo-resultado,
es el que tiene el retorno más bajo (muchas veces negativo). Lo primero que hay que tener en cuenta es que esforzarse
para estar con alguien (que duda sobre uno), tiene algo de tierno y mucho de
patético. En este estado, las relaciones son contraintuitivas, entre menos se
haga más se puede lograr, o entre más distante sea más cerca la puede tener. Al
final, si las cosas no funcionan (que es lo más probable cuando solo hay una
parte que pedalea), hay que evitar decir: “pero yo siempre estuve pendiente, yo
siempre estuve ahí, yo siempre fui bueno y lindo”. Tenga en cuenta que ella
nunca pidió eso, y puede ser precisamente porque siempre estuvo ahí que ella
nunca estuvo.
Lo segundo que hay que considerar,
para evitar hacer papelones con estas mujeres, nunca hay que perder la
individualidad. En la película Blue Valentine
al final de ésta, el protagonista le dice a la mujer algo así: “Dime que tipo
de hombre quieres que sea y yo me convertiré en ese tipo de hombre” (Sin
palabras). Esto me recuerda a Naipaul y su libro a Bend in the River quien dice que un hombre cuyo único objetivo es
hacer feliz a una mujer “it is not a man,
is half a man”. Este tipo de actitudes de dejarlo todo por la otra persona,
hacen que la otra persona se aleje. Nadie quiere esa responsabilidad. Nadie
puede cargar con el peso de la felicidad de otro. Las mujeres tienden a
enamorarse, hasta cierto punto, de las pasiones de los hombres, de su esfuerzo y
determinación por alcanzar sus sueños. Perder la individualidad, equivale a
perder la dignidad.
Lo que aplica en el riesgo
financiero también aplica en las relaciones: hay que diversificar. Esto no
significa salir con otras (al menos no necesariamente), esto significa tener
una serie de actividades que puede hacerse con o sin ella. Un buen amigo, de esos
que siempre tienen una novia que lo adora, un día me resumió su secreto con gran
sencillez “yo nunca dejo de leer, ni de hacer ejercicio”. Seguir con una serie
de rutinas, da tranquilidad, y es una especie de amortiguador en caso que esa
mujer dubitativa decide no seguir más. Al menos mientras que se siga con estas
rutinas no hay porque extrañarla, y olvidarla será un proceso más simple y
corto (aun cuando nunca deja de ser doloroso).
Mejor empezar a
olvidarla cuando ella se encuentre en el estado más peligroso: la indiferencia. Cuando
este tipo de mujeres se encuentren en esa fase, hay que alejarse. Acercarse es ponerse
en una posición aun más frágil. A veces, se mal interpreta las situaciones,
cuando la mujer se pone pesada, a criticar sus camisas (ya sea por el color,
diseño o por esta mal planchadas), sus expresiones, a su amigo de fiesta, eso
es una buena señal: usted le importa. Un taxista lo dijo “Cuando joden, es otra
forma de demostrar cariño”. En el libro de Junot Diaz, This is how you loose her, cuando un personaje le confiase a un
extraño que su novia lo golpeó al enterarse que le fue infiel, este le dice “They only hit you, when they care”. Cuando
las cosas están mal se evidencian en la indiferencia. Un amigo llevaba cinco
años viviendo con la novia, en la etapa final de su relación me dijo “Estamos
tan mal, que ya no peleamos”. En la
película Revolutionary Road, el
esposo en un acto suicida, para hacer reaccionar a su esposa, le confiesa que
le fue infiel, que tuvo un romance pero que no significó nada y que ya le puso
fin, ella le respondió que por qué le cuenta, qué si se supone que le tiene que
dar celos. Al final le dice, sin subir el tono o sin cambiar la expresión de su
cara, “I do not feel anything”. (Ver http://www.youtube.com/watch?v=RVGyvDhPE3k)
Ahora, hay un tipo de hombre que
necesita de este tipo de mujer. Tengo más de un amigo que ha estado con una
novia: bonita, lista, que los quieren con sus virtudes y sus defectos. Pero
ellos, están aburridos. Tiene eso por lo que lucharon y desearon tanto en la
conquista, pero en la cima sienten un sinsabor. El que mejor describió esta
situación fue el escritor Samuel Bellow, Herzog el protagonista del libro, está
con una mujer que lo busca, lo consiente, lo entiende, no lo cuestiona, lo
adora sin ningún tipo de reproche, pero él no se siente del todo convencido,
así lo explica en el libro “Cuando un hombre siente que su pecho es como una
jaula de donde han salido volando todos los pájaros negros y tétricos se siente
libre experimenta una gozosa ligereza en el corazón…. Pero a la vez desea que
le vuelvan otra vez sus buitres. Siente el deseo de estar de nuevo luchando
como siempre. Echa de menos su excitación, sus aflicciones y sus pecados.” Puede
que este tipo de hombre siempre busque ese tipo de mujer. En ese caso no habría
necesidad de ir al urólogo.
Los vallisoletanos del 19 ya tenian dirimido un tratamiento adecuado para tales damas :
ReplyDelete"Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
Uno para enamorarlas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas."
(D. Jose Zorrilla, "Don Juan Tenorio", 1844)
La situación que describes aplica parejo en hombres y mujeres. El problema que yo veo, es que ni los hombres ni las mujeres son así de tiempo completo. Somos de los buenos o de los malos, dependiendo con quien estamos y quién nos lo permite. Si estamos sufriendo de más, la solución es simple y bien pragmática, buscarse otro/a que ejerza una fuerza balanceada de las dinámicas emocionales. Es decir, que joda lo suficiente, y se deje joder lo justo, para que nadie tnega el control, ni se aburra pronto. Aunque es cierto lo que dices al final. Todos tenemos el libre albedrío de comer manzanas o de comer mierda, pero es verdad que a algunos hombres (y mujeres)la mierda no les sabe tan mal....
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