Si no se hace
este ejercicio, si no se vota o se hace en blanco, los políticos que tienen
engrasada la maquinaria lo van agradecer (como bien lo ha dicho el senador
Robledo “el voto en blanco no va a sacar un solo indeseable del congreso”). Si
no se pone color al voto se van a beneficiar aquellos que usan los recursos
públicos para favorecer con contratos a sus financiadores y con puestos a sus
electores. Aquellos que se toman instituciones para sus intereses electorales
en detrimento del servicio público. Aquellos a los que se les entrega la mermelada,
un eufemismo para tapar una práctica asquerosa y dañina como es privatizar los
recursos públicos en intereses personales ajenos al bien común.
Yo ya tengo
por quién votar porque tengo candidatos que comparten mi visión. La manera como concibo la sociedad es un
sistema que protege la propiedad privada, que premia a las personas que con
esfuerzo han sido emprendedoras, generando empleo y riqueza a su alrededor. Un
sistema que castiga las personas que se enriquecen con información privilegiada
(como comprar terrenos antes que una resolución los convierta en Zona Franca).
Un sistema que le de herramientas a los marginales, buscando la igualdad de
oportunidades. Uno que entienda el asistencialismo sólo como un paso necesario para
que las personas se puedan insertar en el mercado y luego puedan sostenerse por
sí solas (luego la asistencia pase a beneficiar a otros marginales). Por
eso votaré por J. Sudarsky como precandidato a la presidencia, por A. Navarro
al Senado y por A. Villamizar a la Cámara de Representantes por Bogotá.
John Sudarsky
es una persona excepcional, ha tenido éxito como empresario y académico. Él con
un PhD en Harvard en educación, fue de las primeras personas en medir el capital
social (los beneficios económicos que se obtienen o se esperan por pertenecer a
un grupo social). Algo que ahora parece simple, pero en su momento fue un
concepto innovador, y más el desafío de medirlo. Su reconocimiento es tal que durante
una conversación que sostuve con el profesor Francis Fukuyama, éste se refirió
a Sudarsky con gran admiración.
Él es un político alejado de todos los vicios de
un sistema clientelista. Su principal bandera política es un cambio del sistema
electoral, a uno que genera un tipo de incentivos en el cual se debilitarían
las practicas clientelistas (www.sistemaelectoralmixto.com).
El problema está en la forma que se quiere lograr esto, pues el camino es
hacerlo a través del congreso, esto equivale a decirle a los leones como deben
compartir la carne.
Sudarsky es
el refugio de los votos de Mockus (Éste quien hace unas semanas anunció su
apoyo, se demoró mucho en hacerlo, desde octubre lo debió acompañar hasta al
baño). Sudasrky me recuerda a Mockus que son estos candidatos que la gente tiene
sus dudas aduciendo: “no está preparado para gobernar a Colombia”, acá la gente
se equivoca, es más acertado decir: Colombia no está preparada para ser
gobernada por ellos.
Que Sudarsky pueda vencer a Peñalosa lo veo complicado, pero mi voto lo hago más como un reconocimiento por este tipo de personas que brillan en un país oscuro.
Mis
esperanzas de ganar las tengo en el congreso. Mi idea es elegir a dos
candidatos que defiendan y aporten a las reformas post conflicto. Yo espero que
el proceso de paz con las FARC llegue hasta el final, pero como la firma de la
paz es apenas el primer paso, se necesita un congreso que apoye las reformas
post conflicto, para que la paz sea duradera. Siento que Navarro y Villamizar harán
esta tarea.
Navarro es un
ejemplo viviente de como la desmovilización, y la acción política a través de
las urnas, genera ganancias para todo el país. Presidente de la Asamblea
Constituyente de 1991 (una constituyente progresista e incluyente), elegido
como mejor alcalde de Colombia en 1998 (Pasto). Senador en 2002 y Gobernador de Nariño
en 2006, es uno de los políticos más curtidos y respetados de los últimos 20
años.
Pero más
que gustarme su trayectoria, lo que me inclina a votar por Navarro es la etapa
por la que pasa. En estos momentos donde ningún candidato a la presidencia
despega, Navarro quien aparecía bien ubicado en las encuestas se hizo a un lado.
Navarro está en esa etapa de la vida en que la tranquilidad seduce más que el poder, esto lo
convertirá en un senador sin ambiciones. Garantía que hará su tarea con juicio,
sin cambiar su voto o su opinión por cuotas burocráticas.
Esta idea
se ratificó en una entrevista que Navarro dio en “Días de Gloría”, acá explica
que la presidencia no le interesa, que él ya lo intentó y que no lo logró. (Al
final del programa va a bailar salsa, es impresionante y admirable verlo bailar
con una pata de palo, mejor que cualquier caleño en Juanchito). Navarro será de
los pocos senadores que ejercerá su cargo sin cálculos electorales. Esto
sumando a su trayectoria equivale a un gran senador. Mi voto nunca había sido
tan claro.
A Villamizar
también le gusta la salsa, pero él con sus dos piernas enteras no es tan bueno
como Navarro para bailarla. Villamizar me hace recordar una premisa de Max Weber
(el sociólogo, no el piloto de F1) quien describe la diferencia de vivir de la
política y vivir para la política, Villamizar pertenece al segundo grupo. Él es
apasionado por lo que hace, no está ahí para vivir de la teta pública (como
diría Fernando Vallejo). Él podría estar en el sector privado viviendo cómodo,
pero prefirió lanzarse a la arena política (no es ni cómodo, ni fácil el día a
día de una campaña electoral), porque él cree en un proyecto de reconciliación,
porque en sus entrañas siente que la socialdemocracia es el modelo que el país
debe seguir, y se lanza para defenderlo e impulsarlo.
Villamizar
a quien conozco personalmente, también tiene algo que me gusta: tiene carácter.
Tiene los pantalones para defender una posición. Yo lo he visto defender a
personas y políticas enfrentándose con la totalidad de la mesa. Es firme en sus
convicciones y no le teme a la adversidad. Nada peor que los tibios, los que acomodan
su opinión para simpatizar con los demás. Mi voto no es por un amigo, porque
hay muchos que quiero más pero jamás votaría por ellos. Mi voto es por una
persona con la que comparto una forma de pensar.
Yo me
siento tranquilo como ciudadano, ya hice mi ejercicio. Ahora, invito a los que
tienen pesando votar en blanco que lean la última columna de Antonio Caballero,
en especial cuando dice: “por definición, solo los votantes de opinión votan en
blanco, en tanto que los votantes amarrados, por definición, votan por su
amarrador”. Este blog es una invitación a salir a votar, ponerle color y tener
la valentía de defenderlo, para ver si algún día el voto de opinión le gana a
la maquinaria de la mermelada.
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