Wednesday, March 5, 2014

Sobre mis votos por Sudarsky, Navarro y Villamizar

Esa premisa que el voto es secreto es debatible: el voto se debe anunciar y justificar. La manera como votan las personas determina, en parte, la esencia y las circunstancias de cada individuo, y esto no debe ser secreto. Un voto indica la manera como se entiende la sociedad (o tal vez determina que no la entienden), no hacerlo o votar en blanco es una señal que a las personas son incrédulas y están hartas de que siempre roben los mismos. Vender el voto o cambiarlo por un bingo con orquesta muestra que hay hambre, y con hambre no se puede pensar (para que la democracia funcione se debe cambiar el guaro por los libros).  En las elecciones del 9 marzo hay que saber votar, y esto significa tener una concepción de cómo debe ser la sociedad y mirar quien dentro de las opciones electorales mejor representa esta visión. El menú electoral de 2014  nunca había sido  tan jugoso, acá hay candidato para todos los gustos.

Si no se hace este ejercicio, si no se vota o se hace en blanco, los políticos que tienen engrasada la maquinaria lo van agradecer (como bien lo ha dicho el senador Robledo “el voto en blanco no va a sacar un solo indeseable del congreso”). Si no se pone color al voto se van a beneficiar aquellos que usan los recursos públicos para favorecer con contratos a sus financiadores y con puestos a sus electores. Aquellos que se toman instituciones para sus intereses electorales en detrimento del servicio público. Aquellos a los que se les entrega la mermelada, un eufemismo para tapar una práctica asquerosa y dañina como es privatizar los recursos públicos en intereses personales ajenos al bien común. 

Yo ya tengo por quién votar porque tengo candidatos que comparten mi visión.  La manera como concibo la sociedad es un sistema que protege la propiedad privada, que premia a las personas que con esfuerzo han sido emprendedoras, generando empleo y riqueza a su alrededor. Un sistema que castiga las personas que se enriquecen con información privilegiada (como comprar terrenos antes que una resolución los convierta en Zona Franca). Un sistema que le de herramientas a los marginales, buscando la igualdad de oportunidades. Uno que entienda el asistencialismo sólo como un paso necesario para que las personas se puedan insertar en el mercado y luego puedan sostenerse por sí solas (luego la asistencia pase a beneficiar a otros marginales). Por eso votaré por J. Sudarsky como precandidato a la presidencia, por A. Navarro al Senado y por A. Villamizar a la Cámara de Representantes por Bogotá.

John Sudarsky es una persona excepcional, ha tenido éxito como empresario y académico. Él con un PhD en Harvard en educación, fue de las primeras personas en medir el capital social (los beneficios económicos que se obtienen o se esperan por pertenecer a un grupo social). Algo que ahora parece simple, pero en su momento fue un concepto innovador, y más el desafío de medirlo. Su reconocimiento es tal que durante una conversación que sostuve con el profesor Francis Fukuyama, éste se refirió a Sudarsky con gran  admiración.

Él  es un político alejado de todos los vicios de un sistema clientelista. Su principal bandera política es un cambio del sistema electoral, a uno que genera un tipo de incentivos en el cual se debilitarían las practicas clientelistas (www.sistemaelectoralmixto.com). El problema está en la forma que se quiere lograr esto, pues el camino es hacerlo a través del congreso, esto equivale a decirle a los leones como deben compartir la carne.

Sudarsky es el refugio de los votos de Mockus (Éste quien hace unas semanas anunció su apoyo, se demoró mucho en hacerlo, desde octubre lo debió acompañar hasta al baño). Sudasrky me recuerda a Mockus que son estos candidatos que la gente tiene sus dudas aduciendo: “no está preparado para gobernar a Colombia”, acá la gente se equivoca, es más acertado decir: Colombia no está preparada para ser gobernada por ellos.

Que Sudarsky pueda vencer a Peñalosa lo veo complicado, pero mi voto lo hago más como un reconocimiento por este tipo de personas que brillan en un país oscuro. 

Mis esperanzas de ganar las tengo en el congreso. Mi idea es elegir a dos candidatos que defiendan y aporten a las reformas post conflicto. Yo espero que el proceso de paz con las FARC llegue hasta el final, pero como la firma de la paz es apenas el primer paso, se necesita un congreso que apoye las reformas post conflicto, para que la paz sea duradera. Siento que Navarro y Villamizar harán esta tarea.  

Navarro es un ejemplo viviente de como la desmovilización, y la acción política a través de las urnas, genera ganancias para todo el país. Presidente de la Asamblea Constituyente de 1991 (una constituyente progresista e incluyente), elegido como mejor alcalde de  Colombia en 1998 (Pasto). Senador en 2002 y Gobernador de Nariño en 2006, es uno de los políticos más curtidos y respetados de los últimos 20 años. 

Pero más que gustarme su trayectoria, lo que me inclina a votar por Navarro es la etapa por la que pasa. En estos momentos donde ningún candidato a la presidencia despega, Navarro quien aparecía bien ubicado en las encuestas se hizo a un lado. Navarro está en esa etapa de la vida en que la  tranquilidad seduce más que el poder, esto lo convertirá en un senador sin ambiciones. Garantía que hará su tarea con juicio, sin cambiar su voto o su opinión por cuotas burocráticas. 

Esta idea se ratificó en una entrevista que Navarro dio en “Días de Gloría”, acá explica que la presidencia no le interesa, que él ya lo intentó y que no lo logró. (Al final del programa va a bailar salsa, es impresionante y admirable verlo bailar con una pata de palo, mejor que cualquier caleño en Juanchito). Navarro será de los pocos senadores que ejercerá su cargo sin cálculos electorales. Esto sumando a su trayectoria equivale a un gran senador. Mi voto nunca había sido tan claro. 

A Villamizar también le gusta la salsa, pero él con sus dos piernas enteras no es tan bueno como Navarro para bailarla. Villamizar me hace recordar una premisa de Max Weber (el sociólogo, no el piloto de F1) quien describe la diferencia de vivir de la política y vivir para la política, Villamizar pertenece al segundo grupo. Él es apasionado por lo que hace, no está ahí para vivir de la teta pública (como diría Fernando Vallejo). Él podría estar en el sector privado viviendo cómodo, pero prefirió lanzarse a la arena política (no es ni cómodo, ni fácil el día a día de una campaña electoral), porque él cree en un proyecto de reconciliación, porque en sus entrañas siente que la socialdemocracia es el modelo que el país debe seguir, y se lanza para defenderlo e impulsarlo.

Villamizar a quien conozco personalmente, también tiene algo que me gusta: tiene carácter. Tiene los pantalones para defender una posición. Yo lo he visto defender a personas y políticas enfrentándose con la totalidad de la mesa. Es firme en sus convicciones y no le teme a la adversidad. Nada peor que los tibios, los que acomodan su opinión para simpatizar con los demás. Mi voto no es por un amigo, porque hay muchos que quiero más pero jamás votaría por ellos. Mi voto es por una persona con la que comparto una forma de pensar.

Yo me siento tranquilo como ciudadano, ya hice mi ejercicio. Ahora, invito a los que tienen pesando votar en blanco que lean la última columna de Antonio Caballero, en especial cuando dice: “por definición, solo los votantes de opinión votan en blanco, en tanto que los votantes amarrados, por definición, votan por su amarrador”. Este blog es una invitación a salir a votar, ponerle color y tener la valentía de defenderlo, para ver si algún día el voto de opinión le gana a la maquinaria de la mermelada.

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